Descubriendo a nuestros mayores

Anita

A Anita de 91 años la conocimos en la Clínica y todos  la queríamos ir a visitar porque nos animaba a afrontar las situaciones mas difíciles. Estaba siempre alegre y cordial por mucho dolor que tuviera. Los valores que nos transmitía cada día que íbamos a verla eran tan firmes  que nos ayudaba a ver la vida de otra manera

Guillermina y María

Guillermina necesita andador. Su aspecto es tan menudo y delgado que se diría que esta hecha de fragilidad, de dulce fragilidad entretejida de gotas interminables de tardes y tardes de lluvia,  días húmedos y olvidados en sus viejos pastos gallegos.  Sonríe al entrar en la habitación y saluda. Y, entonces, invariablemente, María, 93, se levanta, acerca con esfuerzo una silla a la mesa y espera a que Guillermina se siente. Después, siempre, María se agacha trabajosamente y atrapa por debajo de la enorme mesa de manualidades una caja grande de madera para que Guillermina pueda apoyar los pies. Y por unos segundos su pelo precioso, blanco, rizado, desaparece bajo la mesa.

Después, siempre, le pregunta ¿Qué tal? ¿Todo bien? Y Guillermina sonríe en gallego.

Después, a veces, María le acaricia la mejilla y le regala un beso.  

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